Nueva campaña de Laura y Sofía en Creativa & Co. Recordad que en marzo de 2025 comenzaron los relatos-trabajos de estas dos compañeras y amigas empleadas en una prestigiosa agencia de marketing de capital de provincia.
Desde que se conocieron son amigas y cómplices de largas noches de trabajo, copas tras presentaciones exitosas y confesiones a media luz.
Llega su nueva campaña, llega Encaje y sombras.
Cuando un nuevo cliente, Nocturne Lingerie, les ofreció a Laura y Sofía diseñar una campaña para su línea de lencería más provocativa, ambas sonrieron ante viendo la oportunidad perfecta para desplegar su creatividad.
Nocturne quería algo atrevido, casi clandestino. Y ellas realizarían una campaña provocadora y memorable. La marca pretendía revolucionar el mercado con prendas elegantes, sensuales y pensadas para mujeres reales, para placeres cotidianos.
—Y no quiero nada de modelos convencionales —les explicó el dueño de Nocturne Lingerie en un kick off—. Quiero realismo. Quiero deseo en estado puro.
La petición estaba era clara: La propuesta sería una serie de fotos y videos de mujeres reales probándose la lencería en escenarios íntimos, sensuales pero elegantes.
Laura y Sofía se entusiasmaron y, tras semanas de trabajo, lograron reunir a un grupo de voluntarias dispuestas a posar. El rodaje se llevó a cabo en la habitación de Sofía, con luces cálidas y una atmósfera cargada de magnetismo.
Las modelos se deslizaban en encajes y transparencias con naturalidad, riendo con gracia y picardía, seduciendo a la cámara con miradas profundas y sinceras. Sofía dirigía, Laura fotografiaba. El aire estaba impregnado de un erotismo palpable, pero sin nada de vulgaridad.
Pero no todo resulto como esperaban, surgió un problema... ¿Qué ocurrió?
Laura apoyó sus botas sobre la mesa de cristal indignada mientras hacía girar un lápiz entre los dedos. Sofía, al otro lado de su mesa del salón, se balanceaba en la silla giratoria, con una copa de vino en una mano y el móvil en la otra.
—Te lo digo en serio, Laura—dijo Sofía con asombro y una carcajada contenida—. He subido el moodboard con las referencias de encaje, y ya me han bloqueado la cuenta tres veces. ¿Desde cuándo una teta ilustrada es un arma de destrucción masiva?
Laura soltó una carcajada.
—Desde que el algoritmo confunde sensualidad con pornografía. Bienvenidas a la era digital puritana.
—Mira esto —dijo Sofía, girando el móvil hacia Laura. Una imagen mostraba a una modelo curvy en un body de encaje rojo, con la leyenda “Póntelo para ti, o para el espejo”. Debajo, los comentarios eran un desfile de confusión:
—¿Esto es una promoción o una invitación?
—¿De verdad es lencería o es otra cuenta de contenido adulto?
—Esta cuenta huele a bot.
Laura negó con la cabeza, entre divertida e irritada.
—¿Cómo puede ser que un texto tan inocente cause tanta conmoción? Si hubiera dicho "hazte la mala", explota Twitter.
—X —corrigió Sofía automáticamente—. Ya no se llama Twitter.
—Whatever —dijo Laura, rodando los ojos—. Igual siguen pensando como monjas con wifi.
La verdadera dificultad no era crear una campaña sexy. Eso ellas lo hacían hasta dormidas. El problema al que se enfrentaban era sortear las líneas invisibles de las plataformas de redes sociales: demasiado piel, censura. Demasiado sugerente, shadowban. Muy recatado, nadie lo mira.
—Propongo algo —dijo Sofía, con ese brillo travieso que anunciaba sus peligrosas travesuras—. Y si jugamos con las malas interpretaciones, no contra ellas. Que el error sea parte del mensaje.
Laura se enderezó.
—¿Cómo?
—Creamos una serie de posts que parecen otra cosa. Sugerentes, pero ambiguos. Una espalda desnuda envuelta en sombra. Un primer plano de encaje sobre piel, sin rostro. Títulos como “No es lo que crees” o “Censurado antes de tiempo”.
—Y cuando hagan zoom o comenten indignados, revelamos que es una campaña sobre cómo el deseo femenino sigue siendo censurado incluso cuando se disfraza de arte.
Laura sonrió. De esas sonrisas que dan inicio a sus planes brillantes.
—Una trampa para los algoritmos. Un espejo para los moralistas. Y publicidad gratis con cada escándalo.
Sofía brindó con su copa.
—Y con cada malentendido, una nueva seguidora que dice: “Por fin, alguien que entiende lo que quiero ponerme sin sentirme culpable”.
La semana siguiente, el primer post se hizo viral. Una imagen en blanco y negro mostraba una silueta apenas visible tras una cortina. El texto: “Te dijeron que te taparas. Nosotras dijimos que el mundo mire”.
La mitad de los comentarios eran un escándalo.
La otra mitad, una ovación.
Nocturna Lingerie duplicó sus seguidores en tres días. Las ventas se dispararon. Y Laura y Sofia demostraron que la sensualidad bien contada es necesaria y no necesita excusas.
Solo necesita a dos mentes chispeantes dispuestas a jugar con fuego... y con el botón de reportar contenido.
Laura y Sofía triunfaron. Pero son conscientes de que la vida sigue, y las sombras de la falsa apariencia nunca desaparecen del todo.
Podéis leer El puente de las mariposas haciendo clic en la siguiente imagen.
EL PUENTE DE LAS MARIPOSAS
(Primer trabajo de Laura y Sofía)
¡Qué relato más sutil, Carmen! Me encanta como has planteado esa lucha contra los algoritmos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)