La lectura es PLACER. Hay quienes se pierden en una historia con el mismo deleite con que saborean una taza de café, otros prefieren acompañar un buen libro con té caliente o incluso con una copa de vino que se alinea con la intensidad de la trama.
Los maridajes literarios son perfectos para disfrutar de dos placeres a la vez y son una manera de potenciar la experiencia lectora.
En Carmen en su tinta os propongo cinco libros que se leen mejor con el aroma de una bebida que potenciará sus páginas.
Libros que saben a café, té o vino: maridajes literarios para leer mejor
1. Tokio Blues (Norwegian Wood), de Haruki Murakami – Café Lavazza.
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Murakami es un autor que huele a café. En Tokio Blues, la melancolía de Toru Watanabe se mezcla con canciones de The Beatles, silencios prolongados y largas conversaciones que podrían suceder en cualquier cafetería universitaria. La novela es intimista, reflexiva, perfecta para beber un café Lavazza, con notas afrutadas que no distraigan del ritmo lento de la narración.
Maridaje sugerido: café Lavazza, acompañado de una galleta de avena casera.
2. La elegancia del erizo, de Muriel Barbery – Té verde jazmín
Esta historia, protagonizada por la portera Renée y la joven Paloma, es una oda a la belleza escondida en los detalles. Leerla es como abrir una caja de té delicado: cada página tiene un aroma sutil que pide calma y contemplación. El té verde jazmín encaja con la mirada estética de la novela, sus reflexiones filosóficas y su sensibilidad.
Maridaje sugerido: té verde jazmín en tetera de porcelana, acompañado de galletitas de mantequilla finas.
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3. Como agua para chocolate, de Laura Esquivel – Chocolate caliente especiado
No podía faltar un clásico donde la comida es protagonista. La historia de Tita y Pedro es pasional, intensa y aromática, como un chocolate caliente con canela y chile. La cocina es lenguaje y refugio, y la bebida se convierte en un espejo de las emociones contenidas de la protagonista.
Maridaje sugerido: chocolate caliente espeso, con un toque de canela y una pizca de guindilla roja, servido con panecillos dulces recién horneados.
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4. El festín de Babette, de Isak Dinesen – Vino tinto borgoña
Este relato es puro festín literario. Babette, cocinera francesa en un austero pueblo noruego, prepara una cena inolvidable que simboliza la unión entre arte, gastronomía y espiritualidad. Su lectura se disfruta con un vino tinto elegante, de esos que invitan a detenerse en cada sorbo para sentir los matices.
Maridaje sugerido: copa de Borgoña (o un
pinot noir) acompañada de un queso cremoso y una baguette crujiente.
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5. El club de los viernes, de Kate Jacobs – Infusión de rooibos con pastel de manzana
En esta novela, un grupo de mujeres se reúne alrededor de la lana y la amistad. Es un libro cálido, sencillo y entrañable, que invita a la pausa hogareña. El rooibos, sin cafeína y con notas dulces, combina con la ternura de las protagonistas. Añadir un pastel de manzana recién horneado redondea la experiencia.
Maridaje sugerido: rooibos con vainilla, acompañado de un trozo de pastel de manzana templado con canela.
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Lecturas que se degustan
La lectura es también un banquete a degustar: cada autor nos sirve una mesa distinta, cada historia nos pide un sorbo que potenciará su sabor. Igual que los vinos se armonizan con los platos, los libros pueden encontrar en una taza humeante o en una copa generosa de vino el eco perfecto de sus páginas.
Por eso os propongo que la próxima vez que abráis un libro, penséis: ¿a qué sabe esta historia? Y quizás descubráis que vuestra estantería también es una despensa.
¡FELICES MARIDAJES!
Carmen en su tinta – blog cultural
Carmen
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MIL GRACIAS.
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