La voz femenina del euskalnoir regresa con más fuerza que nunca con un nuevo e inquietante caso para las ertzainas Lur de las Heras y Maddi Blasco.
Recibo nota de prensa de la publicación del nuevo libro de Noelia Lorenzo Pino, Purasangre. Un libro que se convierte en un nuevo deseo lector para mi.
Os transcribo dicha nota de prensa y más adelante os dejaré información sobre la gira de presentaciones.
Argumento:
Un misterioso mensaje enviado a la app de la Ertzaintza y la desaparición de una joven en la ciudad fronteriza de Irún reúnen al tándem de policías Lur de las Heras y Maddi Blasco en una nueva investigación. Ambas deberán dejarse la piel en una carrera contrarreloj para encontrarla. En esa búsqueda sin descanso destaparán los secretos que oculta el entorno de la desaparecida: miedos, depresión, adicciones, malas decisiones y «purasangre». ¿Conocemos realmente a las personas que nos rodean? ¿Y a nosotros mismos? ¿Qué seríamos capaces de hacer en una situación extrema?
LA OBRA
Con Purasangre, Noelia Lorenzo Pino vuelve a poner en activo a la oficial de la Ertzaintza Lur de la Heras, a quien ya vimos en acción junto con su compañera del cuerpo, la patrullera Maddi Blasco- en Blanco Inmaculado, la anterior novela de la escritora irundarra.
En aquella ocasión las dos ertzainas compartieron investigación tras el incendio de un baserri ubicado en los montes de Irun. En aquel caserío, arrasado por el fuego, convivía una secta llamada la familia Fritz que se dedicaba a la confección de prendas absolutamente blancas. Los bomberos hallaron allí el cuerpo amordazado de una muchacha de catorce años, que originó el caso policial.
Ahora, en Purasangre, el objetivo será localizar el paradero de Sua Arismendi, una joven de dieciocho años desaparecida de su domicilio, sin que, a priori, existan motivos personales o familiares que induzcan a pensar en un suicidio o una huida de casa.
Una voz narradora omnisciente dosifica informaciones y pistas, y de forma esporádica también se incluyen descripciones de los sentimientos del culpable, sin identidad, de un crimen.
La acción transcurre entre los días 10 y 18 de enero de un año sin determinar, pero en la actualidad. En paralelo, la autora introduce en pasajes en cursiva el recurso de la narración en cuenta atrás, desde el momento de la desaparición de Sua Arismendi hasta el día de la resolución del caso.
Para iniciar la investigación, Lur contará, además de con la inestimable ayuda de Maddi Blasco, con Kirmen González y Mateo Algorta, dos agentes con años de experiencia común en Oiartzun. Todos, coordinados por el subcomisario Nando García, compañero de Lur en la academia de la Ertzaintza en Arkaute y a quien ella salvó la vida durante un tiroteo.
Lur continúa aquejada de una extraña enfermedad, de origen desconocido, sin diagnóstico ni tratamiento. Gracias a una dieta antiinflamatoria y a unas sesiones de osteopatía, consigue atenuar los dolores limitantes que la incapacitan para llevar a cabo su trabajo habitual y que la mantienen de baja laboral. La presencia de Guillermo en su casa también ayuda a mitigar el sufrimiento. Lur acogió al guía de la secta después de intervenir en el caso que se narra en Blanco Inmaculado y del desmembramiento de la comunidad. Ahora comparte espacios íntimos con este hombre, casi perfecto, pero sin que llegue a cristalizar la fuerte atracción mutua que ambos sienten.
Maddi, que había vuelto a patrullar tras la resolución del último caso, se incorpora al equipo de búsqueda pese a la oposición de su marido Fidel. Él, también patrullero, no soporta el ascenso y reconocimiento de su mujer dentro del cuerpo policial y, como en la anterior novela, vuelve a hacerle la vida imposible. La autora aprovecha esta relación para poner el foco sobre el maltrato psicológico, la manipulación y, de paso, rescatar también el tema de las jerarquizaciones dentro de un organismo.
«El miedo a una persona no anula la capacidad de quererla».
A través de los interrogatorios del equipo de agentes, la autora entrelaza los testimonios del universo de personajes que rodean a Sua Arismendi, haciéndonos entrar en sus vidas, en su intimidad, en sus anhelos y en sus miserias.
Cada uno de ellos sirve de puerta de acceso a los diversos temas y subtramas que aparecen en la novela:
• preocupaciones, secretos, miedos, adicciones y prejuicios de una cuadrilla de chavales que acaba de alcanzar la mayoría de edad (Sua y sus dos amigos inseparables Oier y Juanma)
«Llevaba años jugando a los disfraces. Tenía mil máscaras guardadas, de diferentes colores, con multitud de expresiones, pero con una única misión: fingir que todo estaba bien. Que ya no echaba de menos a su padre. Que era una chica normal, que su vida era como las demás. Como las de Oier y Juanma que en aquel momento no dejaban de reírse por tonterías».
• las enfermedades mentales en el caso de Nekane, la madre de Sua, una mujer joven que perdió a su marido con solo 25 años, cuando su hija era todavía muy niña. Nekane vive a expensas de una medicación que ya no surte efecto para combatir su depresión mayor recurrente, y se niega a someterse a la terapia electroconvulsiva que le propone su psiquiatra. La búsqueda de alternativas la lleva a caer en un abismo aún peor.
«La depresión te aísla, te arranca de cuajo la vida social y causa que la gente se acabe alejando y observando desde la distancia».
• Y por último, viviendo de manera aislada, marginal y alejada del núcleo habitado, está la familia de la cantera del barrio de Olaberria, con Jimena y sus hijos. Jimena, de etnia gitana, renunció a su familia para seguir a un hombre que luego los abandonó. Sus tres hijos, Daniel, Cristian y Maca Romedo siguen viviendo allí. Maca, la hija más joven, es a su vez madre soltera del pequeño Max.
«Qué diferentes eran unas vidas de otras. Ellos en su cantera. Aislados. Marginados. ¿Por qué nos cuesta tanto relacionarnos con las personas que consideramos distintas? ¿Por qué?, se preguntó Maddi»
Otro personaje, no humano, es la purasangre, pero el lector tendrá que sumergirse en las páginas de esta novela para averiguar de qué se trata.
Y también Irun y sus inmediaciones. De lo local a lo universal, pero reivindicando la diferencia, Noelia Lorenzo destaca su cualidad de ciudad frontera. Próxima al mar y a la bahía de Txingudi, con Jaizkibel siempre vigilante, el Bidasoa como línea fluvial divisoria con Francia y con sus montañas escarpadas, sus saltos de agua y sus gargantas, Irun vuelve a ser el contexto geográfico de esta nueva entrega.
La naturaleza es un componente fundamental en la obra de Noelia Lorenzo Pino ya desde Chamusquina, su primera obra del género negro. En Purasangre, las peñas de Aia, la de Askain o la garganta de Aitzondo, son lugares bellos donde transcurre la acción. Pero igual que son refugio para quien busca el contacto con la madre tierra (Amalur, en euskera), «la dosis que le hace sentir que pertenece a algo mágico», también pueden convertirse en el lugar ideal para esconder las pruebas de un crimen o el propio cuerpo del delito.
Y la gran metáfora, por lo que respecta a escenarios, sería la cantera de Olaberria, que actúa como un gran útero geológico a cielo abierto en el que se gestan tanto el amor como el odio.
El clima es el otro elemento que la autora no relega a un simple telón de fondo, sino que acompaña la acción, anticipa sucesos y, en ocasiones, justifica estados de ánimo. Incluso se diría que está dotado de una cierta voluntad que lo convierte en personaje y cómplice.
«Seguía ese viento desagradable, frío. Y, para rematar la jornada, el cielo se había cubierto de nubes grises. Un ambiente desesperanzador cargado de amenazas. De mal augurio».
«Había llovido sin parar durante varios días, y hoy por fin las nubes habían decidido dar una tregua. Sua fantaseó con que conspiraban para que pudiera ir hasta la cantera tranquilamente y regresar en compañía de Cristian».
Una buena documentación ha servido de base para adaptar los registros léxicos y dotar de verosimilitud todo lo referente a procedimientos y protocolos policiales o jurídicos. Además, cada personaje principal está ilustrado con referencias musicales que ayudan a construir su perfil psicológico.
Noelia Lorenzo Pino (Irún, 1978) es profesora de corte y confección de formación. Su carrera profesional está ligada al mundo de la moda hasta que en 2013 publica Chamusquina, su primera novela. Dos años más tarde ve la luz La sirena roja (Erein, 2015), donde nos presenta a la pareja de ertzainas Chassereau-Macua, quienes protagonizan cuatro novelas más: La chica olvidada (Erein, 2016), Corazones negros (Erein, 2018), La estrella de quince puntas (Erein, 2020) y Animales heridos (Travel Bug, 2021).
Corazones negros ganó el Premio Cubelles Noir a la mejor novela negra publicada ese año, y Animales heridos, con el Premio Alicante Noir. Noelia también ha sido finalista con sus obras en el festival Tenerife Noir y en Salamanca Negra, además de conseguir galardones galardones como los Premios Novelpol, los Premios Tormo negro, los Premios Euskadi de Literatura y el prestigioso Dashiell Hammett, que se entrega en la Semana Negra de Gijón.
Con Blanco inmaculado (Plaza & Janés, 2022) inauguró una nueva serie, con las inspectoras Lur y Maddi como protagonistas, que ahora continúa con Purasangre.
Además de novela negra escribe literatura infantil. Ha publicado cuatro cuentos en la colección Ane eta Moon, escritos en euskera.
Anoto este libro porque Blanco inmaculado me gustó mucho. Purasangre cuenta además una historia de desaparición que me intriga. También me gustaron los personajes, que veo que se repiten, de la novela anterior.
ResponderEliminarUn beso.
Hola. No he leído a esta escritora pero creo no me podré resistir. Gracias y saludos.
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