Me lo he pasado genial con la lectura de Un crimen que el cielo puede perdonar de Cillas Abadía Escario, disfrutando de un rico suspense, de una intriga palpitante y de un juego detectivesco apasionante.
Drama, intriga, acciones y situaciones emocionantes y una sorprendente resolución que me planteo serias dificultades para dejar de leer esta novela policial. Confieso que cuando no leía pensaba en ella, en los sospechosos, en las posibles pistas... estudiaba la psicología de los personajes.
Una delicia lectora que no os podéis perder si os gustan las novelas clásicas de detectives con enredos familiares. En mi blog realicé la promoción de este libro y os prometo que conforme averiguaba cositas de la novela mi deseo lector aumentaba. Feliz de haberla leído.
Una rica empresaria de la industria farmacéutica aparece envenenada en el dormitorio de su casa de Madrid, donde vive con sus cuatro hijos y su yerno. Solo uno de ellos ha podido cometer el crimen. La investigación se cierra en torno a estos personajes con un profundo retrato psicológico de cada uno de ellos.
La imagen despiadada que transmiten de su madre los tres hijos pequeños, que va aflorando en los sucesivos interrogatorios a los que son sometidos, contrasta con la estampa afectuosa que presenta de ella la hija mayor, en un diario que escribe paralelamente al desarrollo de la investigación.
A la vez que se van desenterrando emociones familiares ocultas, el policía encargado del caso va descubriendo hechos insólitos sobre cada uno de los hijos, que hace pasar las sospechas de uno a otro. Una novela psicológica, con una trama adictiva y un giro final inesperado.
Rencor. Muerte. Suspense.
Mi opinión personal (sin destripes)
Me gusta mucho que una buena novela policiaca comience con un crimen inesperado. Debe ser así para que este suceso provoque una narrativa y un estudio psicológico de los personajes que nos deberá llevar hacia la revelación o resolución final. Encontrar esto en novelas policiacas es una delicia lectora ya que me recuerdan a las clásicas de este género, y yo las devoraba en mis comienzos de lectora con gran pasión.
«Ha muerto mamá.
Por más que lo pienso no puedo creerlo. Muerta. Qué palabra tan extraña. Siento un vacío infinito, una tremenda soledad. Hace unas horas estaba aquí y vivía y, en un momento, se ha ido. Qué débil es la línea entre la vida y la muerte, me entran escalofríos solo de pensarlo».
Aquí ocurre todo esto, comienza con un crimen y comienzan las preguntas:
¿Quién cometió el crimen? ¿Por qué lo hizo? ¿Cómo lo llevo a cabo? ¿Quién lo resuelve? ¿Será llevado el asesino ante la justicia?
Son preguntas básicas en una novela de este género que deben ser resueltas.
En Un crimen que el cielo puede perdonar encontré estas preguntas y página a página busqué las respuestas disfrutando de la intriga, de las incógnitas nuevas y continuas y del rico juego detectivesco que encontré.
Pero encontré mucho más. Encontré un buen trabajo de ambientación y buen trabajo con los personajes.
Todos, todos los personajes tienen su singularidad. Todos tienen sus virtudes y sus defectos, y os aseguro que querréis conocer sus turbias historias para intuir si serían capaces o no de cometer un crimen.
La estructura es la mejor para leer con apetito: capítulos cortos y con dos voces narrativas, uno de los sospechosos en primera persona y un narrador que nos cuenta los pasos que va dando el policía que investiga. Así me han ido sumergiendo (policía y sospechoso) poco a poco y profundamente en una red de dudas cada vez más oscura. Mis dudas se complicaban por algunas líneas de tiempo complejas que me presentaba uno de los sospechosos y por querer yo misma intentar llegar al fondo de cada uno de los personajes.
El móvil del asesino está diseñado minuciosamente. ¿Será la venganza, será la intención de proteger a alguien, será un motivo económico... serán varios, serán todos o será otro que ni imagináis? Hay que leer la novela si queréis saber más... jugad con vuestra lupa, vuestra audacia y vuestra astucia e intentar resolver el crimen antes de llegar al final. ¿Seréis capaces de ganar a la autora?
En estas lecturas para mi su éxito consiste en crear un detective cercano que podría ser amigo nuestro y que nos gane a los lectores dando una respuesta lógica al lío de pistas falsas y verdaderas que están dispersas en la historia. A mi Pepe de la Hoya, el policía encargado del caso, me parece tan natural y tan de verdad que me quedo con ganas de saber más de él. Y comento esto para que Cillas Abadía Escario nos escriba más investigaciones con Pepe al mando, creo que es un personaje que ha nacido para quedarse con sus lectores.
La solución del misterio debo subrayarla ya que me ha parecido genial el esfuerzo que realiza la autora para hacer entender a sus lectores ese final sorprendente y comprensivo. Yo perdí en el juego, pero fue un goce que me ganará la escritora y el policía Pepe.
Recomiendo la lectura de Un crimen que el cielo puede perdonar de Cillas Abadía Escario. Ha sido un gusto leer y sentir el placer que provoca el juego detectivesco que nos propone, difícil pero alcanzable.
Cillas Abadía Escario nació en Huesca (08/03/1970). Se licenció en Derecho en la Universidad de Zaragoza y trabaja como abogada en su propio despacho de esta ciudad desde entonces. También es perito calígrafo, profesión que compagina con la abogacía. Gran aficionada desde niña a las novelas policíacas siempre quiso escribir un libro de este género. Esta es su primera novela.
Cillas Abadía en 2020 decide embarcarse en la aventura de escribir. En su primera novela, “Un crimen que el cielo puede perdonar” nos muestra el lado más oscuro de este género. Con la intención de seguir escribiendo, ya piensa en su segundo libro.
Ese Ha muerto mamá me recuerda mucho al inicio de El extranjero de Camus. me has tentado mucho con lo que cuentas. Ya me tentaba el título que es muy sugerente, pero la buena ambientación, los personajes y ese crimen... La apunto.
ResponderEliminarUn beso.
Hola. Cuando realizaste la promoción lo compré y lo leí. Recomiendo también su lectura ya que me gustó y ha sido un buen libro. Gracias y saludos.
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