Después de escribir mi artículo para definir El crimen doméstico o domestic crime me habéis solicitado una nueva entrada con algunas claves para escribir un buen domestic crime, un subgénero del thriller y la novela negra que ya definí se centra en el ámbito íntimo y familiar.
Un entorno cotidiano que se convierte en amenaza
El hogar, la familia o la comunidad cercana deben ser el escenario central. Lo inquietante es que lo familiar: la cocina, el dormitorio, el vecindario... se transforma en un espacio de sospecha y peligro. Cuanto más reconocible y normal sea el ambiente, mayor impacto tendrá el contraste con el crimen.
Personajes cercanos y ambiguos
El domestic crime funciona cuando los protagonistas podrían ser gente como nosotros: parejas, vecinos, padres, hijos… Cada personaje debe tener un trasfondo emocional creíble, con secretos, resentimientos o deseos ocultos que justifiquen las tensiones. La ambigüedad es clave: cualquiera puede ser culpable.
El secreto como motor narrativo
Las tramas deben girar en torno a secretos guardados en la intimidad: un pasado oculto, una infidelidad, un trauma familiar, un silencio cómplice. La revelación de esos secretos debe avanzar poco a poco, mostrando capas de complejidad emocional y psicológica.
Más psicología que acción
A diferencia de otros thrillers, el domestic crime no depende tanto de persecuciones o tiroteos, sino de la tensión psicológica. La intriga se construye con miradas, silencios, conversaciones cargadas de doble sentido y la sospecha constante sobre las intenciones de las personas cercanas.
El narrador poco fiable
Es muy efectivo utilizar narradores que ocultan información, exageran o interpretan la realidad de manera subjetiva. Para que el lector se convierta en detective, dudando de todo lo que lee y releyendo cada pista para descubrir la verdad.
Temas sociales y emocionales
El género suele explorar cuestiones profundas: el matrimonio, la maternidad, la violencia de género, la presión social, los roles familiares o la culpa. La historia resulta más potente cuando el crimen se conecta con conflictos reales que el lector puede reconocer.
Ritmo en crescendo
El domestic crime se construye como una olla a presión: empieza con situaciones normales y poco a poco la tensión va aumentando hasta llegar a la explosión final. La clave está en sembrar pequeñas pistas y giros inesperados que mantengan la intriga.
Importante: un buen domestic crime no se basa tanto la espectacularidad como en el miedo íntimo a que lo cotidiano se vuelva peligroso. El lector se engancha porque reconoce esos espacios y esas relaciones tan cercanas a él, y al mismo tiempo duda de todo lo que creía seguro.
Esquema para escribir un domestic crime:
1. Definir el núcleo familiar o íntimo
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Decidid el ámbito central:
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Matrimonio (infidelidad, manipulación, secretos).
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Vecindario (rencillas, envidias, competencia).
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Amistades de confianza.
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Relación padres-hijos (control, traumas, herencias).
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Este “núcleo” será el escenario del crimen o la tensión principal.
2. Elegid el conflicto secreto
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El motor de la historia es un secreto que alguien quiere ocultar.
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Ejemplos:
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Un pasado violento.
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Una relación prohibida.
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Una desaparición encubierta.
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Un crimen antiguo nunca resuelto.
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3. Definid al narrador y su fiabilidad
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¿Quién cuenta la historia?
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Una esposa/marido en crisis.
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Un hijo adulto que regresa a casa.
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Un vecino entrometido.
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Elegid que sea poco fiable: que oculte, mienta o malinterprete los hechos, para sembrar dudas en el lector.
4. Escenario cotidiano con grietas
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Cread un ambiente reconocible:
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Una casa familiar.
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Una urbanización tranquila.
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Un pequeño pueblo.
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Introducid pequeñas grietas:
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Discusiones, miradas sospechosas, ruidos nocturnos, objetos fuera de lugar.
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Estos detalles deben parecer insignificantes al inicio, pero luego tendrán sentido.
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5. El detonante
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Algo rompe la rutina:
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Una desaparición, un crimen.
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Un hallazgo (una carta, una foto, una huella).
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Un accidente que no lo es.
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Este suceso hace que los personajes empiecen a sospechar unos de otros.
6. Sembrad sospechas
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Cada personaje debe tener motivos ocultos y momentos ambiguos.
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Usad conversaciones cargadas de tensión, contradicciones en testimonios, gestos extraños.
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El lector debe dudar de todos.
7. El giro intermedio
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A mitad de la novela, introducid un giro que lo cambie todo:
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El supuesto culpable resulta ser inocente.
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Se descubre un secreto nuevo.
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El narrador revela (o se contradice en) algo crucial.
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8. Construid la olla a presión
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Aumentad el aislamiento del núcleo: nadie confía en nadie.
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El espacio íntimo se vuelve opresivo:
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La casa se convierte en prisión.
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El vecindario se llena de rumores.
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Las visitas de la policía aumentan la tensión.
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9. Clímax y revelación
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Culmina en un enfrentamiento familiar o íntimo.
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El verdadero culpable suele estar más cerca de lo que el lector esperaba.
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El giro final puede mostrar:
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Que el narrador mentía.
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Que la víctima no era tan inocente.
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Que el crimen fue resultado de un secreto enterrado durante años.
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10. Final con resonancia
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No siempre es un “final feliz”.
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Puede terminar con:
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Una confesión amarga.
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Una familia rota.
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El regreso a la normalidad con un silencio pactado.
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Con este esquema se puede diseñar una trama sólida que combine suspense, tensión psicológica y la inquietud de descubrir que lo más peligroso puede estar dentro de casa.
Y os anuncio mi próxima lectura, contagiada por el entusiasmo que me ha trasmitido una de mis seguidoras:
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MIL GRACIAS.

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No sé, no me convencen este tipo de esquemas. Las buenas obras son precisamente aquellas que no parecen sacadas de un mismo molde.
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